Cuando la victima se convierte en verdugo

Cuando me desespero, recuerdo que en la historia, los caminos de la verdad y el amor siempre han triunfado. Ha habido tiranos y asesinos que por un tiempo pueden parecer invencibles, pero al final siempre han caído

Mahatma Gandhi

¿Por qué a los verdugos les vitorean las personas? ¿Por qué se perpetua la aquiescencia del resto a esas conductas hostiles que ejecutan? ¿Por qué no sabemos descubrir a los verdugos disfrazados de bienhechores? ¿Qué tanta razón tenía en cuento de caperucita?


Escenario:

Miércoles noche.

23.00h.

Televisión prendida emitiendo un programa conocido en directo en una de las cadenas en abierto.

Una mesa con cinco personas es todo el plató.

Un discurso inicial que pone sobre la mesa el motivo de «debate.»

Una conexión en directo a través de videollamada con el contrincante de los allí presentes.

Turno de palabra al invitado cibernético.

Una escucha que caza al vuelo cualquier motivo que le permita al presentador y a los contertulianos una defensa.

Una mofa en directo.

Faltas de respeto y egocentrismo enmarcados por la panorámica de la televisión.

Risas de los contertulianos.

Nuevas faltas de respeto y desprecio hacia el invitado.

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Eso fue todo lo que vi. Me parecía excesivo darle más audiencia a esa mesa de hienas disfrazadas de salvadores del pueblo. Fue absolutamente vomitivo cómo un grupo de supuestos expertos iluminados bajo los focos de un plató televisivo propiciaban una paliza emocional, verbal y hostigante a unos invitados que fueron llamados para reírse de ellos mientras les interrumpían y no les permitían ccomunicarse. No tuve que ver más para llevarme las manos a la cabeza y descubrir que el Acoso está presente más que nunca en nuestras vidas y que además el público consiente, justifica y aplaude.

A raíz de esto me han surgido las siguientes preguntas. Si algún lector tuviera la amabilidad de resolvérmelas, me haría un grato favor.

¿Por qué el ser humano disfruta con el sufrimiento ajeno? ¿Por qué necesita machacar a los otros y venderlo como salvación? ¿Acaso dejar heridos en el ring del día a día les posiciona en esferas más elevadas? ¿Por qué se perpetua por los siglos de los siglos el acoso? ¿Por qué personas que denuncian el acoso hacia otros se convierten, justamente, en los peores verdugos de la historia? ¿Cuándo hemos cedido a que la falta de respeto sea una actitud admirable?

¡Es dantesco lo que está ocurriendo delante de nuestros ojos y sólo unos pocos hacen algo para evitarlo!

¿De verdad estamos presenciando la imposición «consultada» de un apartheid? ¿De verdad hay personas que se posicionan en que hay que dividir a los ciudadanos de buena categoría y a los de mala? ¿De verdad estamos asistiendo a esta sinrazón idealizada? ¿Por qué hay personas que se empeñan en imponer agendas a través de la manipulación en vez de la concienciación?

Pero además me pregunté, ¿Qué ha sido del sentido común de antaño? ¿Era el sentido común una falaz sinrazón? ¿Tiene el sentido común algo que ver con los valores éticos de las personas? ¿Qué ha pasado para que la moralidad de las personas se haya transformado en demagogia? ¿Cuál es el límite de la propaganda de un producto o una idea? ¿El más iluminado o avanzado en la consciencia universal debe imponer su criterio a los otros o permitir que cada cual haga su camino sirviéndole a los mismos de ejemplo?

Y voy más allá, ¿Qué ha sido de las libertades individuales? ¿Los derechos humanos solo son validos en situaciones de aparente bienestar y hay que eliminarlos en situaciones de crisis? ¿Justifica el fin los medios? ¿Cuándo le regalamos nuestra libertad al miedo? ¿Qué ha sido del razonamiento analista y contrastado?

¿Qué es la salud pública si no un ente jurídico? ¿Qué ha sido de las leyes de la biología y de la verdadera ciencia? ¿Acaso el individuo no tiene nada que decir en lo colectivo que le afecta? Si tan maravillosos son los beneficios de algo, ¿por qué se trata de imponer recortando derechos en vez de, cómo siempre ha sido, dejando que la propia historia le de la razón de su beneficio? Si los que mandan siempre han velado por sus propios intereses, ¿Qué hace que en esta situación que llevamos 21 meses atravesando su comportamiento sea reconocido como diferente o bondadoso?

En una sociedad tan tremendamente obsesionada en dar espacio a las etiquetas que cada quien quiere adjudicarse para definirse, ¿constituye un delito de presión pública dar la opinión diferente fundada y respetuosa sobre cualquier tema en cuestión? ¿O es que existe un pensamiento único del que no puedes salirte? ¿Tenemos que pensar todos estrictamente igual? ¿Somos realmente expertos en algo o personas en continuo aprendizaje que deben estar abiertas a la sorpresa incluso en la materia que más dominan?

¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Para qué estás viviendo tremenda distopia?

La sociedad está enferma.

Pero no de coronavirus… ese es endémico desde hace siglos y se combate de muy diferentes maneras a la que nos han vendido en los últimos meses.

Está enferma de maldad, de sinrazón, de ausencia de deseo, de desconexión con la espiritualidad que nos arraiga a la naturaleza de las cosas, está carente de cordura y por supuesto de libertad. Está enferma de miedo y de odio. Está carente de sentido y llena de prejuicios autoritarios fabricados en los medios de comunicación. La sociedad está desquiciada, pero no porque haya algo que no funcione bien en su cerebro, sino porque consiente el mal ajeno en beneficio propio. Está enferma de tantas mentiras que ha consumido y tragado para ser aceptado por los demás.

¡BASTA YA DE SANDECES!

¿A qué estamos esperando para devolverle la cordura a este mundo de pequeños dictadores?

Ángela Victoria Correa Puche

Mediadora de conflictos entre personas

Sígueme @en.el.reflejo

Publicado por AngelaCorrea

Encontramos la luz de las personas haciéndolas entrar en las tinieblas de sus pensamientos. A través de la magia de las palabras, los seres humanos descubrimos quienes somos y qué estamos dispuestos a hacer. Incluso nos hacemos conscientes de que podemos cambiar todo aquello que precisemos cambiar. Somos eso: palabras creadoras

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